Al mal tiempo, buena cara

La actividad del CPBA transcurría en un verdadero “low profile”, que no era más que el reflejo de la recesión y la intranquilidad que se vivía a mediados de la década del 70.

Tratando de mantener viva la trayectoria del Club y bajo el lema “al mal tiempo, buena cara”, el 28 de noviembre de 1975 se realizó la cena y baile de Fin de Año, en el Alvear Polace Hotel, y el acostumbrado torneo de golf del Día del Petróleo. Ese Medal Play a 18 hoyos se disputó en Los Lagartos Country Club.

El año 1976 estuvo signado, nuevamente, por otro brusco cambio político: el gobierno peronista fue derrocado. En su lugar se instaló una nueva administración militar. Esta, en lo referente a la industria petrolera, produjo la reversión inmediata de la declinante curva de producción de petróleo que se arrastraba desde 1973, logrando un gradual incremento de la misma, que se mantuvo sostenidamente hasta alcanzar, por primera vez en la historia del país, el autoabastecimiento (1980). La actitud del gobierno militar hacia la industria petrolera fue el mejoramiento de la eficiencia del ente estatal (YPF) y el requerimiento de una amplia participación de las empresas privadas en todas las áreas, preferentemente, en el “up-stream”.

Los nuevos acontecimientos sacudieron a todo el país en general y, por cierto, al CPBA en particular.

Los pocos concurridos almuerzos del primer semestre de 1976, de inmediato, se vieron desbordados de asistentes, llegándose a alcanzar concurrencias excepcionales, como cuando participó el Secretario de Energía, Dr. Guillermo Zubarán, en un almuerzo que reunió a 136 participantes y cinco invitados oficiales.

La vida del Club tomó un ritmo desacostumbrado. Ese año se sumaron 37 nuevos socios y la asistencia a los almuerzos alcanzó un promedio anual de 52 comensales por reunión. A fines de 1976 el CPBA contaba con 229 miembros. Esta pujanza siguió poniéndose en evidencia en los años siguientes, en todos los órdenes. En 1978 el número de socios era de 275.

Entre las innumerables fiestas realizadas, son muchos los que aún recuerdan aquella del 8 de mayo de 1976 cuando, gracias a la diligente gestión de Pedro Bruno, los socios disfrutaron de una visita a la estancia “Acelain”, de Larreta, en las vecindades de Tandil. En esa oportunidad, un grupo de 40 participantes partieron hacia el sur de la provincia de Buenos Aires. Pasando la localidad de Azul, una avioneta sobrevoló el ómnibus que los transportaba, acompañándolo por un trecho del camino antes de dirigirse a la estancia y dar señal para comenzar el asado criollo. Una insólita y original forma de iniciar una fiesta campestre. Por la tarde, recorrieron las bellezas del paisaje y del coto de caza, los campos sembrados y el casco de la estancia, con sus fantásticos jardines diseñados por el paisajista Bótrich, para terminar por la serena Acequia de los Leones, bordeada por cipreses, siempre acompañados por el gentil propietario.

A mediados de 1978 tuvo lugar la reunión danzante de Invierno en los salones del Club Americano.